El ataque del misterioso emnascarado
No tiene rostro ni nombre conocido. Solo se lo conoce por sus actos y apariciones sorpresivas, siempre en terreno peligroso y oscuro, allí donde anida el enemigo, el mal.
Lo guía la JUSTICIA, no siempre comprendida o aceptada, pero siempre actúa a sabiendas de que su lucha es compartida por muchos, los que no tienen voz o no se atreven a alzarla.
Necesita una MASCARA para ocultar sus facciones en un mundo que peligrosamente cae en el vacio de la decadencia sin fin. No le preocupa conseguir cambiarlo porque sabe que lo más seguro es que no pueda hacerlo, pero por sus venas corre sangre de LUCHADOR y esta condición es la esencia de su naturaleza.
Le damos la bienvenida a EL MISTERIOSO ENMASCARADO, uno de los Nuestros, el Último de su Especie y está entre Nosotros.

25 ene 2010

AQUELLAS GEMAS DEL ESPACIO SIDERAL

Una sala de cine. Las luces y sombras se proyectan sobre la pantalla. Los espectadores son transportados a otros mundos, irreales, imposibles, inauditos y más o menos lejanos teniendo en cuenta la geografía de la fantasía. No, no es cine en 3D ni tampoco es Avatar de James Cameron.
Hablamos de Invaders From Mars, The Man From Planet X, Plan 9 From Outer Space o This Island Earth, de cualquiera de ellas, entre tantas otras. Cine de Ciencia-Ficción donde los viajes interplanetarios, invasiones extraterrestres, catástrofes y mutaciones de todo tipo cobraron vida, entre los años 1950 y 1960, convirtiéndose en auténticas joyas de celuloide. Fue la llamada Década de Oro de la Sci-Fi. y sobre ella reflexionaremos.

¿Qué tienen esas películas que nos hacen caer una y otra ves en sus garras? La pregunta no tiene respuesta, simplemente están allí y nos esperan, nos acechan, esperan el momento oportuno para que las veamos por vez primera o volvamos a hacerlo. La mayoría de nosotros seguramente lo hicimos mediante la TV, años atrás en nuestra infancia o adolescencia, o después, gracias a la oscuridad de un Cine Club, de la TV por cable, el VHS o el DVD.
Difícil escapar de ese embrujo cinéfilo que atrapa sin piedad, difícil sustraerse a esa intensa emoción ante el asombro y la ilusión. Difícil que no hagan mella en nuestra mente, que pasen desapercibidas, que se olviden. Con el paso del tiempo cobran nueva fuerza a través del generoso prisma de la nostalgia. Pero allí están y seguirán estando…

¡Qué importa si los actores son malos de verdad, los decorados se caen ante un empujón, los diálogos son incoherentes y traídos de los pelos o si se ven los hilos que sostienen los platillos voladores…! Qué importa si en verdad consiguen que nos metamos en ellas y nos sintamos una víctima o un victimario de la historia en cuestión. Qué importa si logran ese cometido que el cine con “mayúsculas”, “serio” o de “autor no tiene: el entretenimiento.

Jack Arnold (The Incredible Shrinking Man, It Came from Outer Space) Kurt Neumann (Rocketship X-M., The Fly) Edgard G. Ulmer (The Man from Planet X), Phil Tucker (Robot Monster), Curt Siodmak (The Magnetic Monster), Ed Wood (Plan 9 From Outher Space), Fred F. Sears (The Giant Claw, Earth vs. the Flying Saucers), Nathan Hertz (Attack of the 50 Foot Woman) Joseph M. Newman (This Island Earth) son solo algunos de los nombres que hicieron historia en los 50s poniéndose al frente de proyectos imposibles, con bajos presupuestos, limitaciones técnicas de todo tipo, malos actores, guiones patéticos y película de descarte. Todos los infortunios imaginados no imposibilitaron el surgir de esas gemas de la Sci-Fi sino todo lo contrario.

Y allí están y aparecen una y otra vez entre nosotros. Nos acompañan en una trasnoche desde el sofá de casa, rodeados de sombras y nostalgia. Gemas del Espacio Sideral, de las que en Pandora no se encuentran. Por suerte.

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